martes, 25 de octubre de 2011

Invitación a restaurante "El Pato".


Hola estimados/as bienvenidos a otra entrega de esta deliciosa aventura. Si bien este relato no sigue los objetivos presupuestarios del blog no lo dejaremos de lado ya que de toda forma aporta al conocimiento gastronómico de la zona.

En esta oportunidad debo agradecer a mis padres (Papa Pocho y Mama Pocha) que nos invitaron a comer y a quedar bien pochos. Los amo.

 Caleta Lenga es actualmente uno de los lugares turísticos mas atractivos de la región del Bio-Bio y como no serlo si tiene una hermosa vista al mar y una gran variedad de restaurantes los cuales trabajan los productos del mar entregándonos platos típicos como el afamado caldillo de congrio y la tradicional paila marina.

Desde que yo era un pequeño pochuelo mis padres nos han llevado a Lenga a disfrutar de la brisa marina y la fina arena, sin duda es un lugar perfecto para jugar en la playa y correr descalzos a la orilla de las olas. Recuerdo muy bien la primera vez que comimos en “El Pato” y cada vez que entro me encuentro con los mismos sabores (a veces prefiero que algunas cosas queden como estan), las mismas técnicas y los mismos montajes, pero ha habido cambios, y de los que duelen, porque si la economía ha de ser cruel con alguien, lo ha hecho muy bien masacrando nuestros bolsillos.

Este fin de semana, al entrar al restaurant nos encontramos con algo típico, un personaje tocando guitarra y cantando música religiosa, es muy clásico encontrarnos con estos bardos costeros ganándose unos pesos con su música. Elegimos nuestros asientos y nos atendió Freddy e hicimos la orden. ¿Quién es Freddy? Bueno Freddy es un garzón de este restaurant que tiene un estilo similar a Freddy Mercury (en todos sus sentidos, si saben a qué me refiero), es un muy buen mesero y siempre nos hace reír con sus bromas y su forma de ser tan especial.

La carta es simple, pescados como salmón, reineta, merluza y congrio con clásicos acompañamientos de papas fritas, arroz primavera y papas mayo, la clásica paila marina, empanadas de mariscos entre otros platos.
Pochita pidió salmón a la plancha con papas fritas, Yorg reineta a lo pobre, mis padres, mi hermano Donwa, y Pancha (la polola de mi hermano Yorg) pidieron una paila marina (esa que viene hirviendo en la fuente de greda) y un plato de ulte y yo pedí una reineta a la plancha. Aparte de todo esto pedimos unas deliciosas empanadas de mariscos y como siempre de regalo las clásicas sopaipillas con ají pebre.
Muy sabroso, no sé si mi paladar se acostumbro desde pequeño a este restaurant, pero estaba todo muy bien preparado y sazonado, buena comida, buena compañía ¿Qué más se puede pedir?, ah, claro lo había olvidado, el Charro de Hualpen tocando rancheras y alegrando a todos los comensales con su peculiar estilo musical.

Como fue una invitación no hablaremos de precios, pero si me preguntan por la calidad, no doy un paso atrás por “El Pato” y lo recomiendo totalmente.

jueves, 20 de octubre de 2011

Neruda y El Averno. Borgoña y Terremoto.


“Oh tú, jarra de vino, en el desierto
con la sabrosa que amo,
dijo el viejo poeta.
Extracto Oda al vino de Pablo Neruda

He querido comenzar este relato con este trozo de arte ya que mis viajes me llevaron al reconocido Café Neruda ubicado en Diagonal Pedro Aguirre Cerda #1134 (nunca he visto a alguien tomando café ahí) nos juntamos con “El Mago” y fuimos a disfrutar de un clásico borgoña. El ambiente es agradable, pequeño pero cómodo y hay una especie de aire que te intoxica y te obliga a sacar ese artista filosofo que yace en tu corazón, hace más fluida tu lengua y te predispone para conversar, conversar y conversar, (si prestan atención la música no suena fuerte y lo que más se escucha son las voces de las personas), pedimos los borgoñas y luego llego nuestro amigo “Hipster” a unirse a la campaña.

El trago en sí es simple pero muy rico, vino tinto, frutillas y azúcar. Según yo, la clave está en macerar anteriormente las frutillas, aunque hay muchas formas de prepararlo, nosotros con mis amigos hacemos un almíbar con canela y clavo de olor (queda espectacular) y luego lo agregamos a la mezcla. Por lo que observe en unos movimientos locos de miradas hacia la cocina, es ¼ de la mezcla de azúcar, y frutillas (creo que de tarro) y luego completan con el vino, no sé que vino, le preguntamos al cajero y este mirándonos sospechosamente nos dijo “es un secreto”. El trago esta a $750 (si costara $500 me compraría dos), aparte el café ofrece completos, papas fritas y tablas. En general es un buen lugar si tienes hambre, sed y poca plata (el baño quizás está un tanto descuidado).

Ya que somos ambiciosos, no nos quedamos satisfechos y nos dirigimos a El Averno en busca del elixir sagrado llamado terremoto. GRAN pub ubicado en Maipú 1401 (My Poo… hahaha), excelente ambiente, la música bien seleccionada (no es raro escuchar: ¡Oh! ¡Ese tema es la raja!). Este pub es uno de mis favoritos en todo Concepción ya que trae bandas en vivo, dando la oportunidad a los consumidores no solo de beber sino que también de disfrutar la música directamente de las cuerdas.

El terremoto de este pub es espectacular, siempre me deja la duda si es que le agregan algún licor y aunque así fuera, no logro identificar cual es. Este brebaje está hecho con un buen pipeño blanco, helado de piña y un toque de granadina, en otros lados le agregan ron o coñac. El valor de la jarra es de $3.500 y el lugar ofrece una gran variedad de alimentos; sopaipillas, tablas marinas, tablas vegetarianas, chorrillanas, pichangas, etc.

No pretendo comparar estos dos locales, pero de algo estamos seguros, por un borgoña vamos al Neruda y por un terremoto a El Averno.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La enseñanza de los tallarines (reeditada)



Este suceso me paso hace algunos años y me gustaría compartirlo con ustedes.


Aquel día me levante pensando que sería uno de mis mejores días, salte de la cama con ganas y energía, me duche como siempre, tomé desayuno y me aliste para ir a clases, me despedí entre tallas de “Chicharrón” (un amigo que vive conmigo) y salí del departamento.

Tarareando estúpidamente “i gotta feeling that this day gonna be a good day” camine al paradero a tomar micro, y amigos créanlo o no, esta venia vacía, a las 7:40 de la mañana (creí por un momento que había entrado en un universo paralelo), aleluya amigos y amigas, me fui sentado y cómodo escuchando música y disfrutando de la vida, mi día ya estaba tempranamente siendo perfecto
.
Llegue un poco tarde a clases pero al profesor no lo importo, me saque dos buenas notas en unos certámenes de la semana pasada, reímos con mis compañeros y lo pasamos muy bien, todo iba viento en popa. Al llegar a casa para almorzar busque un tesoro guardado en el refrigerador, era una cajita plástica con unos tallarines con salsa de carne (y no cualquier salsa, sino la deliciosa salsa de carne boloñesa preparada por mi padre, receta heredada de generación en generación por monjes chaolin, piratas de barco y ninjas), los calenté al microondas y esta preparación revivió liberado sus apetitosos olores, mi mente ya se preparaba para la degustación, ya sentía esa textura suave junto con la potente salsa con trozos de carne perfectamente cortados (no esa carne molida pastosa que venden en el súper, NO!, carne cortada con cariño y experiencia), la boca se me hacia agua, el tiempo ya había sido suficiente, los tallarines estaban listos.
Uno de mis malos hábitos (de mis tantos) es dejar las cosas sobre el refrigerador, y no era esta la excepción, abrí la puerta, tome el kétchup y le agregué un poco a los tallarines (lo de fanático del kétchup va en serio), en ese momento cerré la puerta y… TRAGEDIA mis amigos… su querido escritor había sufrido uno de los peores y fatales accidentes, los tallarines cayeron sin aviso alguno al suelo (Murphy reía y reía).

Trate de hacer movimientos rápidos al estilo Neo para intentar sujetar los tallarines, estos caían lentamente mientras escapaban de mis ineptas manos, riéndose de mis penosas habilidades y la salsa se esparcía por todas partes empeorando más aun la escena mientras yo gritaba (distorsión de voz, cámara lenta, acción.) “Nooooooooo”.

Todos alguna vez hemos querido retroceder el tiempo, créanme, que si se me permitiera hacerlo, lo haría en ese momento, pero el desastre ya estaba hecho, los tallarines con salsa en el suelo como si hubieran sido asesinados, (me declaro culpable) junto con mis ganas de comer destrozadas.

Oh, me olvidaba, días anteriores había tenido una maldita gastroenteritis y no comí nada rico, así que imaginen compañeros como mi alma, mi día, mi perfección fue arrebatada… ¿y por qué?, bueno, en Chile usamos a menudo una palabra que explica casi todo: “Por weon”, porque mi madre siempre me dijo: usa platos hijo, pon individual en la mesa hijo, no te llenes mucho el vaso se te rebalsará, estos y muchos otros consejos que aludían a hacer las cosas correctamente, pero NO, yo soy joven, yo me la puedo, total, no pasara nada  si dejo arriba del refrigerador la comida.

Pero los tallarines son sabios amigos y amigas, los tallarines nos dicen cosas, nos muestran el futuro y el pasado, su destino aquella vez no eran ser comidos, no esta vez, era enseñarme que por algo existen las mesas, los portavasos, los cubre camas, las tapas en los inodoros, todo tiene su orden y razón de ser, y si desafiamos este orden el universo se encargara de recordarnos, acción, reacción, causa y efecto.

Me despido deseándoles los mejores almuerzos, cómanlos con cautela y prepárenlo como corresponde, yo ya aprendí mi lección.

martes, 18 de octubre de 2011

L'angolo, un dulce oasis.


"Oh Mall, como poder resistirnos a tu amplia variedad de tiendas que nos llaman e incitan a comprar desesperadamente, tus espacios atiborrados de gente hacen de ti un paraíso del consumismo."

Así es, hoy fui al gran Mall Plaza del Trébol Concepción-Talcahuano a acompañar a Pochita a comprar unas cosas y en este paseo se nos ocurrió ir a probar algo dulce, como saben el Mall tiene un hermoso patio de comida lleno de grasientos puestos de comida rápida en los cuales nos codeamos con un montón de personas (igual de grasientas hahaha, solo bromeo.) para conseguir esas bombas de tiempo cardiacas, sin embargo mas allá de las tierras de Kentucky pasando los valles Trogloditianos y los ríos de Coca-Cola existe un oasis llamado L’angolo. El patio de comida está al frente de donde salen los platos y hay bastantes mesas de cuatro sillas cada una, en la caja hay una vitrina para observar los dulces por si alguno quiere curiosear la oferta.

Naturalmente nos sentamos y esperamos a que nos entregaran la carta, pero había mucha gente y creo que los garzones estaban un poco desorientados ya que atendieron a tres personas antes que nosotros (gracias…) pero nada que el clásico dedo al cielo no pudiera resolver, se nos acerco uno de los nombrados y nos entrego la carta. No les miento, la decisión fue difícil, habían distintas tortas que se leían deliciosas, la torta Carola o el príncipe negro llamaron mi atención (así me habría comido a la Carola y Pochita al príncipe negro, está claro que saldría perdiendo ¿no?), pero decidimos compartir una torta cerezo blanco, yo pedí un café mocha y Pochita un jugo natural de piña.

La entrega fue casi inmediata a pesar de que las mesas estaban casi todas ocupadas, nos sirvieron un plato redondo con un trozo de torta y una salsa de frutillas zigzagueando a un costado, la torta consistía en un bizcocho de chocolate, una capa de mousse de chocolate negro y chocolate blanco terminando al tope con un ganache de chocolate blanco decorado con marrasquinos caramelizados, en cuanto a los bebestibles, el café servido en una gran taza (demasiado grande para mi gusto, podría tomar sopa en ella) y el jugo en un clásico vaso largo.
El primer bocado amigos/as, genial, la consistencia cremosa de los mousses simplemente sublimes, y el ganache de chocolate blanco fue un gran toque, ustedes se preguntaran ¿Y las cerezas?, escondidas entre el mousse de chocolate esperando a seducirnos con un pequeño toque acido dentro del empalagoso dulce, el café mocha estaba perfecto, no necesitaba azúcar, y la decoración tipo tela de araña sobre una espuma de leche hecha con caramelo le daba un toque más de preocupación en la preparación, todo bien, excepto el jugo de piña (anteriormente tuve mala suerte yo con las papas fritas de Rich ahora le toca a ella hahaha) que estaba demasiado dulce, Pochita dijo: “me dará un shock glicemico si termino esto”, así que no lo terminamos (yo suelo acabar lo que ella no come pero… fue imposible INCLUSO para mí). Pagamos no más de $3.000 cada uno y nos fuimos dulcemente por la vida del Mall plaza del trébol.
               
Les recomiendo totalmente este lugar, se nota que la pastelería tiene un toque que quizás solamente encontraremos en L’angolo, así que a los galanes que quieran sorprender a una muchacha invítenla a este lugar y caerá rendida a sus pies (si es que pagan ustedes, claro.)
Hasta luego.

lunes, 17 de octubre de 2011

Comiendo en Rich

Hoy intentare matar dos pajaritos que sobrevuelan mis pensamientos de un solo tiro, la gastronomía y la escritura, aunque primero debo decir, que no soy ni chef profesional (aún) ni escritor, pero si me gusta disfrutar de la comida y escribir de forma amateur. ¿Cómo lo hare? Simple, escribiendo experiencias personales sobre los lugares que he visitado, pero no se confunda estimado(a) amigo(a), no soy un crítico de gastronomía, sino solo un joven con hambre y con no más de cinco lucas en el bolsillo para salir a conocer uno que otro lugar una vez por semana.

Para empezar esta travesía literalmente deliciosa comenzare con lo recientemente vivido el día de hoy, lo que nos lleva a un local muy conocido al cual quizás muchos de ustedes ya han caído tentados por el sabor y olor de las hamburguesas y no cualquier hamburguesa sino las únicas y deliciosas hamburguesas Rich (ponga en su mente voz de narrador) “una delicia en tiempos modernos” como bien dice la misma empresa, ubicado en Colo-Colo 325, Concepción.

Veamos, cuando entre al local junto con mi polola a primera vista me agrado el interior, muy limpio y ordenado, la disposición de las mesas perfecta y la iluminación muy reconfortante, más atrás del mostrador puedes ver la cocina con claridad y a las cocineras (no hay hombres en la cocina, ¡no a la discriminación contra el hombre!) trabajando pulcramente con sus mascarillas puestas, no habían muchas bocas que alimentar lo cual fue perfecto, ya que no me gusta esperar mucho por comer, ustedes sabrán que el estomago se vuelve ruidoso y mañoso si no se lo alimenta cuando él quiere, sin embargo al momento de pedir no podía decidirme bien, “¿será un simple? ¿Palta, tomate y mayo? Hmm… no me gustan los pepinillos creo que pediré…” Mi polola por lo contrario sabía a lo que iba, una deliciosa hamburguesa Rich la cual contenía dentro de esas dos bien horneadas mitades de pan artesanal una hamburguesa hecha con carne molida de primera, un buen queso gouda derretido, gloriosas tiras de panceta ahumadas (ya se me hizo agua la boca) y pepinillos Dill. Yo, como siempre rebelde, lo mismo, pero sin pepinillos (que valentía). Ambos agregamos cebolla picada, pagamos (no más de $4.000 cada uno) y fuimos a sentarnos.

Para los que nunca han ido, uno debe esperar a que griten sutilmente tu numero: “¡45!”, luego te paras, coges tu bandeja y a disfrutar. Una cosa que me gusto de Rich es que en las mesas hay Kétchup Heinz y para un amante del kétchup (como lo soy yo) es un plus, así que good boy Mr. Rich you've earned a star, eso si algunos kétchup estaban sin su envoltorio original, cualquier ser humano común (chileno) pensaría que quizás lo hacen para rellenarlos, espero que no o le quitaremos esa estrella a nuestro querido señor Rich.

Antes de morder el esperado alimento de dioses pedí unas papas fritas ya que mi amigo Antonio encuentra ricas las papas fritas de Rich y me dijo: Encuentro ricas las papas fritas de Rich, ante tal recomendación, debía probarlas. Y luego sucedió, el primer mordisco, fue… como explicarlo… un orgasmo bucal (creo que esta frase se repetirá a menudo), apreté un poco la hamburguesa para poder dar una buena mascada y al pasar la primera capa de pan sentí el queso derretido junto con el tocino ahumado y por debajo la cebolla preciosamente amortiguada sin ningún toque acido juntándose al unísono con la carne, tal y como suena estimados/as, así de sabroso.

Luego probé las papas fritas, sin embargo me sacaron de las nubes ya que no estaban crujientes aunque el centro no estaba mal… y como diría un cocinero francés: “les frites sont croustillant mon ami” (Mi profesora de francés estaría orgullosa) luego de haber comido, dejamos la bandeja en el mostrador (según mi polola así se hace en Rich) y nos fuimos contentos y panzones al infinito y mas allá.

Fue una muy buena experiencia, una de las mejores hamburguesas que he probado en mi vida, sin duda la tradición de este restaurant se hace notar, espero que los que la hayan probado hayan disfrutado este relato y los que no, corran de inmediato a Rich y pruébenlas, no se arrepentirán. Me despido mis estimados hambrientos y la próxima vez escribiré sobre un lugar en el cual sirvan dulces para equilibrar estos episodios con muchas más variedades de preparaciones. Hasta pronto.