Hola estimados/as bienvenidos a otra entrega de esta deliciosa aventura. Si bien este relato no sigue los objetivos presupuestarios del blog no lo dejaremos de lado ya que de toda forma aporta al conocimiento gastronómico de la zona.
En esta oportunidad debo agradecer a mis padres (Papa Pocho y Mama Pocha) que nos invitaron a comer y a quedar bien pochos. Los amo.
Caleta Lenga es actualmente uno de los lugares turísticos mas atractivos de la región del Bio-Bio y como no serlo si tiene una hermosa vista al mar y una gran variedad de restaurantes los cuales trabajan los productos del mar entregándonos platos típicos como el afamado caldillo de congrio y la tradicional paila marina.
Desde que yo era un pequeño pochuelo mis padres nos han llevado a Lenga a disfrutar de la brisa marina y la fina arena, sin duda es un lugar perfecto para jugar en la playa y correr descalzos a la orilla de las olas. Recuerdo muy bien la primera vez que comimos en “El Pato” y cada vez que entro me encuentro con los mismos sabores (a veces prefiero que algunas cosas queden como estan), las mismas técnicas y los mismos montajes, pero ha habido cambios, y de los que duelen, porque si la economía ha de ser cruel con alguien, lo ha hecho muy bien masacrando nuestros bolsillos.
Este fin de semana, al entrar al restaurant nos encontramos con algo típico, un personaje tocando guitarra y cantando música religiosa, es muy clásico encontrarnos con estos bardos costeros ganándose unos pesos con su música. Elegimos nuestros asientos y nos atendió Freddy e hicimos la orden. ¿Quién es Freddy? Bueno Freddy es un garzón de este restaurant que tiene un estilo similar a Freddy Mercury (en todos sus sentidos, si saben a qué me refiero), es un muy buen mesero y siempre nos hace reír con sus bromas y su forma de ser tan especial.
La carta es simple, pescados como salmón, reineta, merluza y congrio con clásicos acompañamientos de papas fritas, arroz primavera y papas mayo, la clásica paila marina, empanadas de mariscos entre otros platos.
Pochita pidió salmón a la plancha con papas fritas, Yorg reineta a lo pobre, mis padres, mi hermano Donwa, y Pancha (la polola de mi hermano Yorg) pidieron una paila marina (esa que viene hirviendo en la fuente de greda) y un plato de ulte y yo pedí una reineta a la plancha. Aparte de todo esto pedimos unas deliciosas empanadas de mariscos y como siempre de regalo las clásicas sopaipillas con ají pebre.
Muy sabroso, no sé si mi paladar se acostumbro desde pequeño a este restaurant, pero estaba todo muy bien preparado y sazonado, buena comida, buena compañía ¿Qué más se puede pedir?, ah, claro lo había olvidado, el Charro de Hualpen tocando rancheras y alegrando a todos los comensales con su peculiar estilo musical.
Como fue una invitación no hablaremos de precios, pero si me preguntan por la calidad, no doy un paso atrás por “El Pato” y lo recomiendo totalmente.