Hoy intentare matar dos pajaritos que sobrevuelan mis pensamientos de un solo tiro, la gastronomía y la escritura, aunque primero debo decir, que no soy ni chef profesional (aún) ni escritor, pero si me gusta disfrutar de la comida y escribir de forma amateur. ¿Cómo lo hare? Simple, escribiendo experiencias personales sobre los lugares que he visitado, pero no se confunda estimado(a) amigo(a), no soy un crítico de gastronomía, sino solo un joven con hambre y con no más de cinco lucas en el bolsillo para salir a conocer uno que otro lugar una vez por semana.
Para empezar esta travesía literalmente deliciosa comenzare con lo recientemente vivido el día de hoy, lo que nos lleva a un local muy conocido al cual quizás muchos de ustedes ya han caído tentados por el sabor y olor de las hamburguesas y no cualquier hamburguesa sino las únicas y deliciosas hamburguesas Rich (ponga en su mente voz de narrador) “una delicia en tiempos modernos” como bien dice la misma empresa, ubicado en Colo-Colo 325, Concepción.
Veamos, cuando entre al local junto con mi polola a primera vista me agrado el interior, muy limpio y ordenado, la disposición de las mesas perfecta y la iluminación muy reconfortante, más atrás del mostrador puedes ver la cocina con claridad y a las cocineras (no hay hombres en la cocina, ¡no a la discriminación contra el hombre!) trabajando pulcramente con sus mascarillas puestas, no habían muchas bocas que alimentar lo cual fue perfecto, ya que no me gusta esperar mucho por comer, ustedes sabrán que el estomago se vuelve ruidoso y mañoso si no se lo alimenta cuando él quiere, sin embargo al momento de pedir no podía decidirme bien, “¿será un simple? ¿Palta, tomate y mayo? Hmm… no me gustan los pepinillos creo que pediré…” Mi polola por lo contrario sabía a lo que iba, una deliciosa hamburguesa Rich la cual contenía dentro de esas dos bien horneadas mitades de pan artesanal una hamburguesa hecha con carne molida de primera, un buen queso gouda derretido, gloriosas tiras de panceta ahumadas (ya se me hizo agua la boca) y pepinillos Dill. Yo, como siempre rebelde, lo mismo, pero sin pepinillos (que valentía). Ambos agregamos cebolla picada, pagamos (no más de $4.000 cada uno) y fuimos a sentarnos.
Para los que nunca han ido, uno debe esperar a que griten sutilmente tu numero: “¡45!”, luego te paras, coges tu bandeja y a disfrutar. Una cosa que me gusto de Rich es que en las mesas hay Kétchup Heinz y para un amante del kétchup (como lo soy yo) es un plus, así que good boy Mr. Rich you've earned a star, eso si algunos kétchup estaban sin su envoltorio original, cualquier ser humano común (chileno) pensaría que quizás lo hacen para rellenarlos, espero que no o le quitaremos esa estrella a nuestro querido señor Rich.
Antes de morder el esperado alimento de dioses pedí unas papas fritas ya que mi amigo Antonio encuentra ricas las papas fritas de Rich y me dijo: Encuentro ricas las papas fritas de Rich, ante tal recomendación, debía probarlas. Y luego sucedió, el primer mordisco, fue… como explicarlo… un orgasmo bucal (creo que esta frase se repetirá a menudo), apreté un poco la hamburguesa para poder dar una buena mascada y al pasar la primera capa de pan sentí el queso derretido junto con el tocino ahumado y por debajo la cebolla preciosamente amortiguada sin ningún toque acido juntándose al unísono con la carne, tal y como suena estimados/as, así de sabroso.
Luego probé las papas fritas, sin embargo me sacaron de las nubes ya que no estaban crujientes aunque el centro no estaba mal… y como diría un cocinero francés: “les frites sont croustillant mon ami” (Mi profesora de francés estaría orgullosa) luego de haber comido, dejamos la bandeja en el mostrador (según mi polola así se hace en Rich) y nos fuimos contentos y panzones al infinito y mas allá.
Fue una muy buena experiencia, una de las mejores hamburguesas que he probado en mi vida, sin duda la tradición de este restaurant se hace notar, espero que los que la hayan probado hayan disfrutado este relato y los que no, corran de inmediato a Rich y pruébenlas, no se arrepentirán. Me despido mis estimados hambrientos y la próxima vez escribiré sobre un lugar en el cual sirvan dulces para equilibrar estos episodios con muchas más variedades de preparaciones. Hasta pronto.
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